Opinón. Sarahah, mi experiencia
- Dany Cor
- 17 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Al principio no me interesó, me dije estar demasiado ocupada y con mejores cosas que hacer como para atender mensajes anónimos, pero fue tanta la publicidad de mis conocidos, que terminé por abrir un perfil por curiosidad.

Algunos de mis contactos compartieron mensajes hilarantes, confesiones amorosas de primaria, insultos, albures y hasta peticiones personales como: ya titúlate, limpia tu cuarto, deja a tu novio (a) etc.
Cabe mencionar que recientemente la aplicación de mensajería anónima Sarahah se convirtió en una tendencia y en el mes de julio, la más descargada en IOS a nivel mundial.
Su objetivo principal es dejar mensajes positivos o inspiradores a una persona, sin embargo, se corre el riesgo de acoso, agresiones u otros mensajes ofensivos, por lo que la plataforma ha implementado filtros para evitar que se presenten.

Imaginé que al compartirla en pocas redes sociales, los mensajes serían mínimos, pero mi sorpresa fue que recibí suficientes para revisar toda una tarde. Debo decir que me agradó leer en su mayoría textos positivos, pero también encontré reproches y cosas que no recordaba.
Me quedé con las ganas de responder o saber exactamente quién me escribió algunas cosas, pero evidentemente eso es lo atractivo de Sarahah, no darle rostro a la opinión.
En un ambiente laboral o un equipo definido y moderado, la aplicación podría ser útil para dar información sin dañar la integridad de los miembros, definir líderes o personas conflictivas, lo cual me recordó a los sociogramas, técnica de investigación que pone en evidencia los lazos y relaciones de un grupo.

Precisamente esa falta de moderador que brinde resultados es lo que posiblemente haga que la plataforma pierda popularidad, desde mi punto de vista, sin embargo es un ejercicio de opinión y en cierta forma, de reflexión sobre el anonimato, incluso de la protección de nuestros datos.
¿Para quién somos anónimos en el mundo digital?

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